Camino al trabajo

Es estar ciegos, no es ser


Es estar sordos, no es ser



Es estar mudos, no es ser



Estar palabras, sólo en palabras..


Sólo los días de Enero se cuelgan como un cartel barato sobre su frente. Sólo estos días se le pegan por todos lados y en contexto lo hacen ver más arruinado de lo que ya está, sin contar que su caminar se ve obstruido por la masa que lo dirige y lo detiene entre miradas que le recorren fugazmente el cuerpo, perdiéndose en las posibilidades de verlo como un simple tipo de los simples que trabajan.
Él quisiera ser a la par con ellos y como ellos, los que no tropiezan al caminar, los que cumplen sin vacilar.. él quisiera, quisiera, quisiera y a veces logra sentirse a ¨pate¨ , se visualiza, pero el sólo reflejo en los degenerados vidrios de los edificios, oficinas o casas comerciales, lo pierden, lo descoordinan. Le hacen ver que simplemente está. Avanza, avanza...se dice, al final sólo estás; camina, camina y.. ¿ qué encontrarás ?, aquel vidrio que se cruza entre ellos y yo, es el triste reflejo que me quiere mostrar esta realidad..
Son tantos los factores del espacio que lo reprimen sin ningún sentido más que aclararle definitivamente..¨ no eres parte del denominado camino al trabajo, sino que del camino al despido de ti mismo ¨ , sin embargo seguía asistiendo sin falta a ese quehacer destructivo, hasta transformarse en una terrible rutina. Todos los días eran iguales, tal vez hasta se sentaba exhausto a la misma hora, bebía agua a la misma hora, se des-encontraba en el reflejo de los almacenes a la hora exacta del día anterior o incluso se secaba el sudor a la misma hora, descolgando de la mano de un pañuelo feo y gastado todo cartel que indicara el deterioro de aquel hombre que ya venía acabado al nacer.
Pero el calor sobre sus hombros. Como el más puro galardón de la repentina llegada infernal de Febrero, se instalaba junto al antigua cartel de Enero, marchitándolo sin respetar su ya mal traído parecer. Hasta que de a poco llegaban solos aquellos días en que ya nada era igual, no porque hubiese logrado quebrar el destino de esa amarga rutina, sino que entre ese ayer y hoy no existía piedad para seguir con lo mismo y ahora se avalanzaban los días sobre él para apuñalarlo por la espalda, haciéndole sangrar la verdad hasta mancharlo entero, pues ni su reflejo sería necesario para darse cuenta de aquello. . .
Se sienta arruinado y se pasa todos los días sediento observando desde la esquina de una cuneta insolada cómo se le esconde el sol bajo la frente. Se le cae el cielo a pedazos, ve los pasos de quienes llevan su reloj al brazo, caminando al ritmo de su manilla y no de sus latidos. Hasta que un día se le acerca un viejo lustra botas de pausado caminar y mientras en la mente de el desgraciado sólo se cruzaban sentimientos de absurdo desprecio, queriendo regalar su despecho al viejo de pobre trabajo, llega a pensar que lo único respetable que podía tener alguien así era aquella boina que se bailoteaba en la cabeza desnuda y cansada como un elemento a parte, quién sabe si desde antes de llevar en sus manos aquel inútil trabajo..... Sin embargo el viejo sin prestar atención a las muecas del malnacido, se agacha susurrándole despacito al oído:

¨Llevas meses perdiéndote camino al trabajo, ¿a caso no sabes que la oficina se cambió de Barrio?¨